Juan Carlos I ha dejado de tener trato con tres de sus ocho nietos
Distancias familiares marcadas por el tiempo, la institución y la falta de afinidad
La relación de Juan Carlos I con sus nietos nunca ha sido homogénea. Con algunos mantiene un vínculo estrecho y cotidiano, mientras que con otros el trato se ha ido enfriando hasta prácticamente desaparecer. En la actualidad, el rey emérito ha dejado de tener contacto regular con Leonor, Sofía y Juan Urdangarin, tres de sus ocho nietos, una situación que refleja las fracturas internas que arrastra la familia desde hace años.
En el caso de las hijas de Felipe VI, la distancia es principalmente institucional. Desde que el emérito fijó su residencia fuera de España, el contacto con Leonor y Sofía se ha reducido al mínimo. No hay encuentros privados ni visitas frecuentes, y las apariciones conjuntas son inexistentes. Zarzuela ha marcado una línea clara de separación entre la figura del rey actual y la del anterior, una decisión que también afecta directamente a las herederas.
Leonor y Sofía han crecido bajo un relato muy controlado de la institución, donde el pasado reciente se aborda con discreción y sin exposición personal. Juan Carlos I, consciente de esa realidad, ha asumido un papel prácticamente ausente en sus vidas, más por decisión estructural que por voluntad afectiva.

Falta de afinidad y vínculos rotos
La situación es distinta, aunque igualmente distante, con Juan Urdangarin. A diferencia de otros nietos con los que el emérito mantiene una relación cercana, entre ambos nunca existió un verdadero feeling. Desde pequeño, Juan fue percibido como más reservado, alejado del carácter extrovertido de su abuelo y poco cómodo con el foco mediático que siempre rodeó a la familia.
Con el paso del tiempo, esa falta de conexión se fue acentuando. La caída pública de Iñaki Urdangarin y el impacto que tuvo en la familia marcaron un antes y un después. Juan Carlos I centró su apoyo en otros nietos, especialmente en aquellos con los que se sentía más identificado o que compartían más tiempo con él. Juan Urdangarin, en cambio, optó por una vida discreta y alejada del entorno familiar más expuesto, lo que terminó de enfriar cualquier relación.
Este distanciamiento contrasta con la cercanía que el emérito mantiene con otros nietos, como Froilán o Victoria Federica, con quienes comparte viajes, aficiones y tiempo personal. Esa diferencia ha sido comentada en más de una ocasión dentro del entorno familiar, aunque rara vez se verbaliza en público.