Juan Carlos I llamó a su hijo el domingo para decirle que vigile la vida que lleva Leonor en San Javier
Preocupación en la Familia Real por la vida de Leonor en San Javier
La Familia Real española vuelve a ocupar titulares. Según diversas fuentes, el rey emérito Juan Carlos I llamó a Felipe VI el pasado domingo. El motivo de la conversación habría sido la preocupación por la conducta de la Princesa Leonor durante su estancia en San Javier.
El rey emérito, según los mismos informantes, recibió noticias de algunos amigos militares sobre comportamientos que consideró inapropiados. La información hablaba de salidas fuera del centro y actitudes poco correctas. La conversación, dicen, no fue tranquila: hubo reproches, palabras fuertes y un tono serio.
Antes de la aparición de sus memorias, Juan Carlos I habría insistido en que su hijo estuviera atento a la vida de su hija. La advertencia fue clara: si no se controla su comportamiento, podría poner en riesgo la imagen y el futuro de la Corona.

Preocupación por la Princesa
Fuentes cercanas aseguran que Felipe VI escuchó con atención los consejos de su padre. La intención, explican, no era imponer, sino alertar sobre la importancia de la disciplina y la prudencia en la vida pública de Leonor. Se trata de un momento delicado para la Familia Real. Mientras la princesa continúa su formación y sus compromisos oficiales, cualquier gesto fuera de lugar puede generar titulares y tensiones internas. Por eso, la llamada del domingo refleja la mezcla de preocupación y estrategia que rodea a la monarquía.
Aunque no hay confirmación oficial, el episodio deja ver la influencia de Juan Carlos I en los asuntos familiares y el interés por proteger la reputación de su nieta. Los allegados aseguran que la relación padre-hijo es cercana, pero también franca: no dudan en decirse lo que piensan, aunque las palabras sean duras.
La historia de San Javier recuerda que, incluso en la monarquía, la vigilancia y el consejo familiar siguen siendo esenciales. La Corona, apuntan, no solo depende de la educación de sus miembros, sino también de la atención que se preste a los detalles de su vida cotidiana. En la monarquía, como en cualquier familia, prestar atención a los actos de los más jóvenes y dar un consejo a tiempo puede marcar la diferencia entre un error pasajero y un problema de mayor alcance