La infanta Elena no puede alojar a su padre en la casa que tiene en Madrid

La salud de Juan Carlos I sigue siendo un tema de gran interés, especialmente su movilidad. El exmonarca depende cada vez más de una silla de ruedas.

La infanta Elena no puede alojar a su padre en la casa que tiene en Madrid

El estado de salud del exmonarca emérito, Juan Carlos I, continúa siendo uno de los asuntos más debatidos en los medios de comunicación, particularmente desde su traslado a Abu Dabi. En los años recientes, su condición física ha sufrido significativamente, y pese a que ha tratado de mantener una vida activa, la verdad es que su capacidad de movimiento se ha limitado, llegando a depender en gran medida de una silla de ruedas.

No obstante, existe un detalle específico que ha captado la atención: su dificultad para desplazarse con facilidad por las viviendas donde pasa su tiempo, lo que incluso ha impactado en las decisiones de dónde hospedarse cuando recorre España.

La casa de la infanta Elena: una residencia no adaptada

Aunque tiene una estrecha relación con su hija, la infanta Elena, Juan Carlos I no puede alojarse en la vivienda de Madrid de la que es dueña. A pesar de ser confortable y amplia, esta residencia no se ha ajustado a las nuevas exigencias del emérito, especialmente en términos de su movilidad. En años recientes, la salud del exmonarca se ha deteriorado, y a causa de un accidente de esquí y las complicaciones que conlleva, su habilidad para caminar ha sido considerablemente restringida.

Infanta Elena y Juan Carlos I

Esto provoca que la vivienda de la infanta Elena, a pesar de ser apropiada en otros aspectos, no satisfaga las condiciones requeridas para que el rey emérito pueda moverse con facilidad, principalmente por la ausencia de accesos apropiados para una silla de ruedas. El antiguo monarca, famoso en sus mejores momentos por su personaje enérgico y dinámico, actualmente tiene problemas físicos que le exigen utilizar una silla de ruedas para moverse. No obstante, y como se ha observado en múltiples ocasiones, cuando no existen cámaras, Juan Carlos I opta por ocultar esta verdad y se desplaza sin el apoyo de la silla, intentando parecer que puede moverse.

Según ciertas fuentes próximas a la familia real, el emérito, cuando se encuentra en privado y no está expuesto a la atención pública, evita el uso de la silla de ruedas, pese a que su movilidad se encuentra cada vez más restringida.

Una vida marcada por la silla de ruedas

El emérito ha luchado por años para preservar su autonomía y vivir una vida lo más ordinaria posible, a pesar de las dificultades de su salud. No obstante, los desafíos a los que se enfrenta en la actualidad son incuestionables. El padre de Felipe VI, afectado por artrosis, problemas en su cadera y una operación inútil debido al accidente de esquí, ha experimentado un dolor persistente y una movilidad cada vez más limitada.

Elena de Borbón y Juan Carlos I

Aunque a veces se le ha visto involucrado en actividades como las regatas de vela, esto es más resultado de la participación de amigos cercanos y la disponibilidad de un transporte adaptado que de una auténtica habilidad física. Es claro que Juan Carlos I ha debido ajustarse a una nueva situación, una donde la utilización de la silla de ruedas se ha convertido en un requisito vital para su bienestar.