Leonor no iba a llamarse Leonor y Letizia lo decidió a escondidas

Detrás del nombre de la princesa se esconde un gesto firme y discreto de su madre

Leonor no iba a llamarse Leonor y Letizia lo decidió a escondidas

En el Palacio de la Zarzuela, donde todo parece controlado y nada se deja al azar, hay historias que se han mantenido ocultas durante años. Una de las más llamativas tiene que ver con el nombre de la princesa de Asturias. Hoy todos conocemos a la heredera como Leonor, pero ese no era el nombre elegido inicialmente. Según periodistas expertos en la vida de la realeza, fue Letizia quien decidió cambiarlo antes de que la niña naciera, y lo hizo sin anunciarlo demasiado, casi a escondidas.

Felipe VI, siguiendo la tradición familiar, quería que su primera hija se llamara Sofía en honor a la reina emérita. Era un gesto simbólico, una forma de continuar con los nombres que han marcado a los Borbones durante décadas. Sin embargo, Letizia no estaba de acuerdo. Buscaba un nombre distinto, más personal, que no estuviera ligado a discursos del pasado ni a relaciones familiares complicadas. Y así surgió Leonor, un nombre firme y elegante, pero fuera del canon tradicional que deseaba el rey. Aquella decisión, tomada con discreción, dejó claro que Letizia estaba dispuesta a marcar su propio rumbo dentro de la familia real.

Leonor

Una elección con mensaje propio

El cambio de nombre no fue un simple capricho. Para muchos expertos, fue una señal evidente de que Letizia quería dar un giro a la institución desde dentro, alejándola de ciertas costumbres y de la influencia del pasado. Su intención era construir una identidad más moderna, más independiente y menos ligada a los patrones que habían definido a la Casa Real durante generaciones.

Incluso se ha comentado que, si su primer hijo hubiera sido un niño, la reina tenía pensado uno de los nombres más sorprendentes que se recuerdan en el entorno real: Pelayo, un guiño directo a sus raíces asturianas. Un nombre que habría roto por completo con la tradición borbónica y que dejaba ver, una vez más, su voluntad de imprimir un sello personal en cada decisión.

Hoy, con el paso del tiempo, queda claro que Letizia ha ido consolidando su influencia en Zarzuela. Su carácter firme y su visión particular de la monarquía siguen marcando decisiones importantes. Y todo empezó, silenciosamente, con un gesto tan pequeño como decisivo: elegir el nombre de la futura reina sin seguir el guion establecido.