Leonor no quiere pasar la Navidad en Zarzuela

Cumple con la tradición, pero busca escapar y ganar espacio propio

Leonor no quiere pasar la Navidad en Zarzuela

La Navidad en Zarzuela siempre ha sido sinónimo de discreción, ritual y continuidad institucional. Sin embargo, este año la princesa Leonor no tiene intención de vivirla como siempre. Según comentan fuentes cercanas a su entorno, la heredera cumplirá con la cena de Nochebuena en el Palacio, pero no planea prolongar la celebración más allá de lo imprescindible. Su idea es clara: estar, cumplir y marcharse.

Leonor atraviesa una etapa de cambios profundos. Su formación militar, la presión constante y la exigencia que conlleva su papel han acelerado su madurez. Y con ella, también su necesidad de tomar pequeñas decisiones personales. La Navidad, tradicionalmente familiar y protocolaria, se ha convertido para ella en una oportunidad de desconexión. Tras una cena correcta y medida en Zarzuela, la princesa tendría planes para escaparse con amigos y disfrutar de unos días lejos del foco institucional.

No se trata de un gesto de rebeldía ni de un desplante a su familia. Es, más bien, una señal de normalidad. Leonor quiere vivir estas fechas como cualquier joven de su edad, aunque sea dentro de los límites que impone su posición. Cumple con sus obligaciones, pero busca su propio espacio cuando el protocolo se relaja.

Leonor

Un deseo de normalidad que incomoda en Palacio

Este planteamiento no ha pasado desapercibido en Zarzuela. Aunque oficialmente se respeta la decisión de la princesa, no deja de generar cierta incomodidad en un entorno acostumbrado a controlar cada detalle. La reina Letizia, especialmente implicada en la agenda y la imagen de su hija, no ve con buenos ojos que la Navidad se fragmente en compromisos oficiales y planes personales.

Leonor, por su parte, siente que necesita aire. La Academia, los actos públicos y la atención mediática constante han reducido su margen de libertad. Escaparse unos días con amigos, sin cámaras ni discursos, representa para ella una válvula de escape emocional. Una forma de recordar que, además de heredera, sigue siendo una joven de 18 años con inquietudes normales.

Desde su entorno se insiste en que todo está hablado y medido. No habrá exposiciones innecesarias ni situaciones comprometidas. La princesa sabe dónde está el límite y no pretende cruzarlo. Pero también sabe que su vida no puede reducirse únicamente a Zarzuela, uniformes y obligaciones.