Leonor, sin piedad, no quiere saber nada a pesar de que se está muriendo
La tensión familiar vuelve a sacudir a Zarzuela con un gesto firme y silencioso de Leonor
Lo que parecía una tregua en la Casa Real se ha convertido en una fractura sin retorno. Leonor y Sofía han tomado una decisión que nadie en Zarzuela esperaba: romper por completo su relación con su abuelo, Don Juan Carlos I. No hay llamadas, no hay mensajes, no hay gestos de acercamiento. Silencio absoluto.
La razón es clara. Según apuntan varios medios, tras últimas declaraciones del Emérito, tanto en entrevistas como en los avances de su libro de memorias, han dolido más de lo que él imaginaba. Sus palabras contra la Reina Letizia han sido la gota que ha colmado el vaso. Para las hijas de los Reyes, su madre es el centro, el pilar, la figura que ha mantenido unida a la familia en los años más difíciles. Atacarla, aunque sea de forma sutil, es atacar a su propio hogar.
En Zarzuela, el enfado es evidente. Las nietas del antiguo monarca no quieren más explicaciones. Lo que antes era una distancia prudente ahora es una ruptura total. “Esto lo cambia todo”, aseguran voces cercanas al entorno real y parece que no hay marcha atrás.

El abuelo se apaga y ellas no miran atrás
Mientras tanto, Don Juan Carlos vive sus días entre recuerdos y achaques. Cada vez más mayor, cada vez más frágil. La edad no perdona, y aunque nadie lo dice en voz alta, todos saben que su final se acerca. No porque haya una enfermedad concreta, sino porque el tiempo pasa. Y pasa para todos.
El Rey Emérito, que tantas veces ha lamentado el distanciamiento con sus nietas, ve ahora cómo su soledad se vuelve más pesada. “Se está muriendo”, dicen algunos con crudeza, aunque más bien se apaga poco a poco. Pero Leonor no cede, tampoco Sofía. No hay lugar para la nostalgia ni para el perdón apresurado. Su lealtad está con su madre, y su silencio es su manera de decirlo. Sin gritos, sin gestos públicos, pero con una firmeza que sorprende incluso dentro de Palacio.
El tiempo dirá si habrá reconciliación. Por ahora, Leonor no quiere saber nada. Ni llamadas, ni encuentros, ni siquiera compasión. Solo distancia y eso, en una familia donde todo se observa, pesa más que cualquier palabra.