La infanta Cristina fue quien pidió, por favor, ayuda para su hijo por problemas agravados
Un movimiento discreto dentro del entorno familiar ha cambiado el rumbo de los acontecimientos.
La infanta Cristina atravesó semanas de gran preocupación. Su hijo, Juan Urdangarin, no estaba bien. En su entorno lo describen como un chico reservado, responsable y discreto, pero que últimamente se encontraba desmotivado. Su situación laboral se había vuelto complicada. No se sentía cómodo en su anterior trabajo, y esa incomodidad empezó a afectar a su estado de ánimo.
Ante esa situación, la infanta Cristina no dudó en mover contactos. Con voz serena, pero con urgencia, pidió ayuda “por favor” a personas cercanas. Su prioridad era clara: que su hijo encontrara un entorno más saludable, tanto personal como profesionalmente.
Cristina, que siempre ha intentado proteger la intimidad de sus hijos, dio un paso poco habitual. No lo hizo desde su papel institucional, sino desde el amor de una madre que veía a su hijo apagarse. El malestar de Juan se había agravado y ella entendió que era el momento de actuar. Quienes conocen a la familia explican que la petición fue discreta, pero sincera. No se trataba de un capricho, sino de una llamada de socorro. Cristina quería que Juan recuperara la ilusión y volviera a sentirse bien consigo mismo.

Nuevo trabajo, nueva etapa y una sonrisa
Poco después de esa conversación, Juan Urdangarin dejó su antiguo empleo en la competición de coches eléctricos. Aquel ambiente ya no le aportaba nada. La presión, los horarios y la distancia emocional habían hecho mella.
Gracias a la mediación de un contacto cercano a su madre, surgió una nueva oportunidad. Ahora trabaja en la competición de embarcaciones eléctricas E1 Series, un proyecto más alineado con su perfil y con una visión ecológica que le motiva. En su nuevo rol colabora con ciudades anfitrionas y participa en iniciativas de sostenibilidad.
Este cambio no solo ha supuesto un alivio profesional, sino también personal. En esta nueva etapa, Juan ha vuelto a sonreír. Y además, se ha sabido que tiene una nueva pareja, una joven canadiense llamada Sophia, compañera de trabajo.
Quienes lo han visto recientemente aseguran que está más relajado, más abierto y con energías renovadas. La infanta Cristina, por su parte, se muestra tranquila. Su gesto de pedir ayuda dio resultado. Y, al final, lo que cualquier madre desea se ha cumplido: ver a su hijo feliz, empezando de nuevo, con esperanza.