La infanta Elena frecuenta locales de copas en los que pierde la cabeza

La infanta retoma su vida social con una intensidad que no pasa desapercibida

La infanta Elena frecuenta locales de copas en los que pierde la cabeza

En los últimos meses, la infanta Elena ha pasado de un perfil bajo a ser protagonista en los círculos sociales madrileños. Si antes su vida era discreta y centrada en compromisos puntuales, ahora se la ve cada semana en un bar distinto. Tablaos flamencos, locales con música en vivo y karaokes del centro de Madrid son sus nuevos escenarios favoritos.

Según diversas fuentes, no es raro verla salir entrada la madrugada, a veces por puertas traseras para esquivar a la prensa. La infanta, que siempre fue vista como la más tradicional de los Borbones, ahora sorprende con un comportamiento mucho más desenfadado. Se pone chisposa, habla más de la cuenta y, en ocasiones, hasta sube al escenario a cantar o bailar. Lejos de los protocolos reales, muestra una faceta fiestera que está generando incomodidad en su entorno.

Infanta Elena

Alarmas en Palacio

Su cambio de actitud no ha pasado desapercibido. En Zarzuela empiezan a preocuparse. No por escándalos graves, pero sí por la constante exposición y el riesgo de que se filtre algún vídeo comprometido. Los escoltas, cada vez más atentos, han tenido que actuar rápido en más de una ocasión para proteger su imagen.

Aunque oficialmente no se le ha recriminado nada, fuentes internas señalan que Felipe VI y la reina Letizia estarían molestos. No es tanto lo que hace, sino cómo se percibe. La monarquía atraviesa una etapa delicada y cualquier gesto fuera de lugar suma ruido.

Desde su divorcio con Jaime de Marichalar, la infanta ha optado por una vida más libre. Pero ahora, esa libertad parece haberse transformado en una rutina de noches largas y comportamientos poco regios. Incluso los vecinos han llegado a quejarse por el ruido de fiestas privadas en su domicilio.

Lo curioso es que siempre fue Elena quien representó la lealtad a la Corona. Sin embargo, hoy, su comportamiento parece más propio de su hijo Froilán que de una figura institucional. ¿Está perdiendo el norte la infanta? ¿O simplemente está viviendo como nunca lo hizo antes? La respuesta, de momento, sigue en los locales nocturnos de Madrid. Y mientras en Palacio se cruzan los dedos, Elena sigue brindando, ajena al revuelo que deja tras de sí.