La infanta Elena le dice a su hermano, Felipe VI, que papá ha rechazo la invitación

Una decisión inesperada reaviva las tensiones dentro de la familia real

La infanta Elena le dice a su hermano, Felipe VI, que papá ha rechazo la invitación

El ambiente en Zarzuela no era precisamente festivo. La infanta Elena fue la encargada de comunicarle a su hermano, el rey Felipe VI, que su padre, don Juan Carlos, no acudiría al almuerzo familiar organizado en El Pardo. El encuentro, previsto para el día después del acto conmemorativo por los 50 años de la proclamación del emérito, pretendía ser una reunión privada y simbólica. Pero la ausencia del antiguo monarca lo ha cambiado todo.

Según fuentes cercanas al entorno del rey emérito, Juan Carlos I ha decidido no asistir por sentirse desplazado y molesto por el trato recibido en los últimos años. “No va a consentir más desprecios”, dicen quienes le acompañan habitualmente. El emérito considera que en los actos oficiales ya no se le concede el lugar que merece, y prefiere mantenerse al margen antes que vivir un nuevo episodio incómodo.

La decisión ha sorprendido a Zarzuela, aunque no del todo. En las últimas semanas había dudas sobre su participación en los actos conmemorativos. Sus recientes declaraciones a un medio francés, en las que criticó a su hijo y a la reina Letizia, provocaron malestar en la Casa Real. Desde entonces, su papel se ha reducido a lo estrictamente protocolario.

Juan Carlos I

Un padre lejos y un hijo que no cede

El veto a dormir en Zarzuela sigue siendo una espina clavada. Desde su marcha a Abu Dabi en 2020, Juan Carlos I no ha vuelto a alojarse en el palacio familiar. Felipe VI mantiene firme su decisión: no quiere que su padre pernocte en un espacio institucional. Para el emérito, esto es una humillación personal que simboliza su distanciamiento casi total de la familia.

Mientras tanto, la infanta Elena intenta ejercer de puente entre padre e hijo. Pero el gesto de rechazo al almuerzo demuestra que las heridas no están cerradas. Don Juan Carlos prefiere permanecer en silencio, lejos de los focos y de los protocolos.

El almuerzo en El Pardo, pensado para celebrar medio siglo de monarquía, se quedará sin uno de sus protagonistas principales. Una silla vacía que refleja mucho más que una ausencia: muestra el profundo enfriamiento entre dos generaciones de reyes, unidos por la sangre, pero separados por el tiempo y el orgullo.