La infanta Elena tenía problemas por los gustos de Jaime de Marichalar en la cama

Jaime de Marichalar tenía unos gustos mucho más arriesgados que la infanta Elena

La infanta Elena tenía problemas por los gustos de Jaime de Marichalar en la cama

La infanta Elena y Jaime de Maricahalar llevan divorciados desde 2009. La hija mayor de Juan Carlos I nunca encontró la chispa del amor en su relación con el que fuera Duque de Lugo. De hecho, Elena nunca se sintió especialmente atraída por el que fue su marido. Pues, tal y como afirman personas cercanas a la hija mayor de Juan Carlos I, se casó para satisfacer a su padre, que siempre había deseado que tanto Elena como Cristina se casaran con grandes aristócratas de la sociedad española.

Elena nunca estuvo convencida de que Jaime de Marichalar era el hombre de su vida. Más bien estaba muy convencida de que no lo era. Sus cambios constantes de humor y su complicada actitud hacían del Duque de Lugo, una persona con la que era muy difícil convivir en paz. Hecho que acabó provocando el sonado divorcio entre Elena y Jaime de Marichalar, que, en 2009 llegaron a la conclusión de que lo mejor era seguir caminos completamente separados.

Según afirman fuentes cercanas a Zarzuela, la convivencia entre la infanta Elena y Jaime de Marichalar era tan mala que ni tan siquiera eran capaces de entenderse en la cama. Tal y como hemos podido saber, la infanta Elena siempre ha sido una mujer mucho más tradicional a la hora de mantener relaciones de cama. Algo que no compartía un Jaime de Marichalar mucho más abierto a probar cosas nuevas. Lo que también provocó varias discusiones y choques.

Marichalar

La relación está absolutamente rota

A pesar de que el divorcio no fue un proceso especialmente traumático para ninguno de los dos, la realidad es que sí que marcó el final de la relación entre la infanta Elena y Jaime de Marichalar. Ambos acabaron hartos, el uno del otro y lo han dejado claro a lo largo de los últimos años. Y es que, desde que se divorciaron, Elena y Jaime no han vuelto a ser vistos juntos. Su contacto es nulo y la relación quedó totalmente rota. Tanto para bien como para mal.

Así pues, por si no fuera suficiente con el hecho de que la infanta Elena se casó a disgusto con Jaime de Marichalar, su falta de entendimiento en la cama acabó por dilapidar una relación matrimonial que, desde el comienzo, estaba llamada al fracaso.