Xabi Alonso empieza a tener los primeros enemigos en el vestuario del Real Madrid
Xabi Alonso, con sus primeros enemigos en el vestuario

El aterrizaje de Xabi Alonso en el banquillo del Real Madrid ha sido ilusionante para gran parte de la afición y de la directiva, pero no todo es armonía puertas adentro. Con apenas unas semanas de trabajo, el técnico ya empieza a encontrarse con los primeros focos de resistencia dentro del vestuario. Dos nombres destacan en esta lista de desencuentros: Dani Ceballos y Vinícius Júnior.
La relación con Ceballos se ha enfriado desde el primer momento. El utrerano esperaba más protagonismo tras un verano en el que rechazó salidas con la promesa de tener un papel importante. Sin embargo, Alonso no lo ve como pieza clave de su sistema y sus minutos han sido escasos. La falta de oportunidades ha generado un malestar evidente en el centrocampista, que siente que no se le está valorando su trabajo y que no tiene margen para revertir la situación.
Ceballos, marginado; Vinícius, bajo lupa
Ceballos ha dejado ver su incomodidad en círculos cercanos, convencido de que no cuenta con la confianza del técnico. La situación se complica porque el mediocentro sabe que, con la competencia en el medio campo y el estilo más vertical que propone Alonso, sus opciones de minutos son reducidas. Para él, es un cambio radical respecto a la confianza que sentía en etapas anteriores.
Por su parte, Vinícius ha recibido varios toques de atención del entrenador, que le ha pedido concentrarse más en aportar al bloque y no desconectarse cuando el balón no pasa por sus pies. Alonso considera que la estrella brasileña debe ser igual de determinante sin balón, presionando y cerrando espacios, algo que Vini no siempre ejecuta con intensidad.
El mal momento de Vinícius y sus pretensiones lo dejan en la cuerda floja
En paralelo, Vinícius tampoco atraviesa su mejor momento con el nuevo entrenador. Aunque el brasileño es titular indiscutible por su calidad, su estilo de juego y su comportamiento en el campo han chocado con las exigencias de Alonso, que pide más disciplina táctica y menos protagonismo en gestos o protestas que desvíen el foco del partido.
Estas diferencias, aunque todavía incipientes, ya son perceptibles para el resto del vestuario, que observa con atención cómo se gestiona la convivencia entre un técnico exigente y dos jugadores de peso. Si no se reconducen, podrían convertirse en grietas que afecten al rendimiento colectivo. El reto de Alonso, ahora, no es solo ganar partidos, sino ganar al vestuario.